Contigo es presente siempre
Contigo es presente siempre. Cerrar los ojos y vivir el momento, dejarse llevar sin pensar en los porqués ni qué dirán, en las mil vidas que vivimos al mismo tiempo, en miserias lejanas y otras tantas que acechan, aquellas que nos comen la cabeza y nos dejan sedientos, malditas. Contigo es aquí y ahora. Sin mirar el reloj, sin tener en cuenta si es hoy o mañana, o ayer tal vez. Somos presentes imperfectos que olvidan quiénes son y si existen, que se alejan del cuerpo convertidos en viento y estrella a la vez, que flotan hasta tal punto de no saber dónde están. Contigo siempre es paz. De esa que aparece por olvido de todas las mareas que desgastan, que arañan cada instante bonito y lo convierten en preocupación. Somos la hoja que cae y es mecida por el viento, el atardecer en pleno verano o la noche en
De acorde menor
Eres un acorde menor. De esos que tienen ecos de nostalgia y recuerdos, de los que suenan tan bajo que apenas son audibles y se confunden con tristeza. A veces tan ausente y otras invencible, supongo que como todos, porque a todos nos crecen los enanos y no somos lo suficientemente grandes para aplastarlos. Convivimos con ellos, qué remedio, aceptamos las tristezas y las piedras, aquellas que parecen llegar de todas partes y, a veces, no vemos venir. Un acorde menor, quizá La o, tal vez, Si. De los que resuenan a vacío y a pérdida, de los que piensan más en lo que podría haber sido que en lo que fue, un otoño al que se le van cayendo las hojas porque ha olvidado quien fue. Callas tus vicios y tus taras, mientras otros las gritan al viento y las hacen de todos, pones tiritas a las heridas sin
Ser
Tiemblo todas aquellas vidas que viví sin querer hacerlo. Camino sobre huellas que hace tiempo dibujé, aquellas hechas de barro en presentes que parecían ser irremediables y me lanzaban al abismo, que me daban golpes y me hacían tropezar para que el mundo entero estallase a reír. Me paro un instante y me agacho, las rozo con los dedos y cierro los ojos, transportándome a recuerdos olvidables, de esos que aparecen cada noche cuando el sueño no llega y la almohada se pone en contra tuya. Escucho los rencores y los dramas, los bufidos y quejidos. Tantas cosas que añadieron agua al fango y sal a las heridas. Vuelvo a la Tierra y me doy cuenta de lo que estoy haciendo, caigo de muy lejos y doy un salto, siento lo que tengo entre los dedos, lo rozo con lentitud y me digo a mí mismo que ya no es
Casi nosotros
Me resulta difícil. Sí, ya sabes, eso de estar tirado en la cama en silencio con alguien a quien quieres, acariciarle el cabello y enrollarlo en tus dedos, mirar cómo duerme y sonreír. La gente lo consigue todo el tiempo, pero a mí me parece orfebrería. Tú y yo, por ejemplo, coincidimos en el tiempo y el espacio. Ya ves, qué suerte, que entre todas las épocas y milenios existentes nos encontrásemos, nos mirásemos y decidiéramos probar suerte. Llámale casualidad o que el universo se pusiera de nuestro lado para construir todos los pasos que nos llevaron allí, como el breve aleteo de una mariposa en Tokio que provoca un huracán devastador en Nueva York. Una palabra acertada y una sonrisa después, pequeños instantes que conforman el camino a recorrer, la vida que se hace grande y piensas cómo demonios lo hace. Sí, eso de ir juntando personas que a
Todas las cosas que me recuerdan a ti
Qué jodido es asociarte a algo. Escuchar aquella canción que tanto te gustaba, ver esa película que me recomendaste y recordarte. Qué jodido es hacerlo cuando estoy intentando olvidarte. Lo odio. Escuchar esos acordes y que aparezcas delante de mí, volver a ese momento en que me hablaste emocionada, me tarareaste la canción y yo la escuché por primera vez sin saber que esa canción serías tú para siempre, que ya no tendría otro sentido. Odio ver la escena de aquella película que comentamos al detalle, que destripamos al milímetro porque era tu favorita, que ya no puedo ver de otra manera que no sea recordándote. Te convertiste en película, libro y canción. Uno de cada lleva tu nombre y tu rostro. Y joder, vaya mierda, cerrar los ojos y que vuelvas a mí de esa manera, que aparezcas en cualquier momento inesperado sin yo quererlo, que me hayas olvidado
El inevitable final
¿Has pensado ya en cómo será nuestro adiós, en cómo serán nuestros últimos minutos juntos? No queda mucho para que nuestras voces se apaguen lentamente hasta ese agónico final, hasta el oscuro silencio. Como un precipicio que se acerca a nosotros sin que podamos hacer nada para frenarlo. Nos falta todo, las ganas y la vida, esa que parecía querer brillar siempre y no creíamos que tuviera final. Claro que lo tenía, todo acaba, hasta lo que parece ser para siempre. Pienso mucho en cómo será esa caída, en cuándo se producirá, en lo que vendrá después. Pienso en quién dirá la última palabra, quizá sin ni siquiera saber que es la última, sin tener ni idea de que después solo habrá silencio. Y vacío. Pienso en el escenario de nuestra historia, ese en el que hemos actuado, en los focos apagados y las gradas vacías, en los momentos que