Hoy me vino un recuerdo de tu voz.
Era cálida y paciente, me susurraba cosas que quizá nunca podré llegar a entender, por mucho que me esfuerce. A pesar de ello, sé que crecía en mí el deseo de rodearte con mis brazos y sentirte contra mi pecho. No sé por qué pero… sí sé que lo necesitaba.
Hoy me vino un recuerdo de tu voz y parecía que hacía siglos que no la escuchaba, casi había olvidado su tono, y algunas palabras que siempre me decías…
Aquellos «para siempre»… la imagen en mi mente, y en tus labios, de que, aunque te acababa de conocer y eras todo un mundo de complejidad, tendría toda una vida para entenderte.
Incluso aquellas palabras sin abrir siquiera tus labios. Solo hacía falta mirarnos y sonreír para que todo tuviera sentido. Quizá ya lo ha perdido, o quizá nunca lo hubo, de eso no estoy muy seguro.
Es curioso lo que una voz puede evocar… Un recuerdo que no encontrabas, algo que te puede llegar a lo más hondo o incluso aquello que nunca existió.
Puede volver un «para siempre» que será solo una ilusión…
Y tú pensarás que es real…
Y se meterá en tu cabeza como mil agujas afiladas…
Hoy me vino un recuerdo de tu voz. Era cálida y paciente, me susurraba cosas que quizá nunca podré llegar a entender
Mejor. Seguiré pensando que esas palabras fueron «te quiero».