Estas serán las últimas palabras que escriba antes de olvidarte.
Te quise, y supongo que aún te quiero. Por todas aquellas cosas que un día nos hicieron felices, porque aún cuando estoy apunto de olvidarte, recuerdo tu sonrisa y sonrío yo al instante. ¿Qué me vas a decir? Si cuando sonreíamos nos besábamos y chocábamos nuestra piel haciendo que el vello se erizara, si podíamos estar horas mirándonos sin decirnos nada, solo descifrando nuestras miradas, solo intentando comprendernos.
Recuerdo el nudo en el estómago cuando te conocí. No podía creer que pudieses existir ni que algún día pudieses estar entre mis brazos. Luego me demostraste que eras real y tus abrazos podían calmar a un gigante. Yo me dormía en tus brazos y al despertar me mirabas sonriente, susurrándome que me querías, y nos besábamos. El beso era eterno y en ese instante no temíamos por nada. Nos soñábamos uno al otro con el pensamiento de que nada podía con nosotros.
Y las tardes tumbados en el parque, en el césped, simplemente mirando las nubes, charlando sobre cosas absurdas, sobre nosotros, sobre el amor, sobre todo aquello que importa y de lo que no, de la vida… charlábamos durante horas y nuestro momento favorito era el atardecer. Nos quedábamos en silencio y observábamos las miradas furtivas entre el Sol y la Luna, nos veíamos reflejados en ese amor imposible que en momentos como ese se hacía posible.
A ambos nos gustaban los imposibles…
Pero había demasiados…
Tú no fuiste nunca mía ni yo nunca tuyo. Ambos estamos atados a dos relaciones que hacían crecer el imposible hasta niveles inalcanzables.
Te quería, me querías.
Pero ese amor había llegado diez años tarde.
Al besarte, al sentirte, no podía evitar pensar que estaba traicionando a alguien que me había dado la vida que había perdido, a alguien que también me sacaba sonrisas, a alguien a quien también quería.
Por eso creo que esta es la mejor opción. Olvidarte. Borrarte por completo de mi mente, cortar de raíz todos los buenos momentos que hemos pasado. Tus roces, tus caricias, tus besos, tu mirada, tu sonrisa, tus palabras. Tú, toda tú.
Quiero olvidarte porque no quiero hacer daño a más gente, aunque sé que quizá te lo esté haciendo a ti. Lo siento, siento tus lágrimas, tu llanto, tus gritos al vacío, tus patadas al aire. Siento hacerte daño de esta manera.
Pero te pido que no me busques, que no intentes contactar conmigo, que no intentes hacerme recordar que eres lo más bonito que me ha pasado en la vida, que eres la persona que más he querido, con la que más he reído y me ha hecho emocionarme, con la que más he sentido. Por favor, solo te pido eso.
Sé que cuando pase el tiempo, te darás cuenta de que es lo mejor para los dos.
Te quiere, Álex.
Álex terminó de leer, entre lágrimas, la carta que horas antes había escrito. La dejó sobre la mesa de la consulta con la orden de ser enviada al día siguiente y se tumbó en la camilla:
-Ya estoy doctor. Bórreme su recuerdo.
Hola!! El tuyo es lo que se dice un gran blog por eso te nomino al premio Liebster. En un par de días tendrás toda la información en theyellowlabyrinth.wordpress.com
Sara España
Hola!! No sabes la ilusión que me hace un premio de esas características!! Es una buena forma de subirme el ánimo y de hacerme ver que lo estoy haciendo bien y que no debo dejarlo, sino continuar por este camino.
Saludos!!