Esta noche vengo a pediros un favor:
que desaparezcáis todos por un instante y me dejéis solo con ella aunque sea un momento, aunque sea un segundo.
El tiempo que necesité un día para contar cada lunar de su espalda y enamorarme de ella.
Nunca me atrevo a cerrar los ojos cuando duermo con ella. Vosotros lo llamaréis insomnio, yo lo llamo temor a despertar y no encontrarla a mi lado. Me paso las horas observando cada detalle de su piel y sonrío pasando mi dedo índice por cada imperfección que encuentro.
Y es que parecen convertirla en humana, aún sabiendo yo que no es de este mundo.
Acerco mi rostro a su cuello y miro al vacío, haciendo un esfuerzo por adentrarme en sus sueños y convertir en posibles todos esos imposibles que juntos lanzamos al aire cuando nos aburrimos.
Te follaría sobre las nubes, tan lento que nos convertiríamos en agua.
Descansaríamos sobre el agua, flotando como corcho indestructible.
Mataríamos mil monstruos, que acabarían llorando en nuestros hombros.
Conquistaríamos la Luna y le contaríamos nuestros secretos más profundos.
Ella y yo soñando imposibles…
Hacerlos reales…
Despierta, nos miramos, y un beso… Y entonces la habitación desaparece y tal vez la humanidad se ha esfumado, parece magia o que, definitivamente, el mundo se ha vuelto loco.
Se forman nubes alrededor y gritamos tan alto que no nos escuchamos, sudamos y nos falta el aliento mientras no cesamos de mirarnos a los ojos un solo instante.
Luego calma, y un mar en el que parece que nunca ha pasado nadie, incluso el viento parece haber dado una tregua a su violencia.
Al instante mil monstruos contra nosotros, uno a uno, todos vienen corriendo garrote en mano dispuestos a hacernos perder, pero luchamos a capa y espada y acaban contándonos mil tristezas.
Finalmente llegamos a la luna y, tumbados sobre ella, le decimos que nos queremos pero que no se lo cuente a nadie, que nuestros besos siempre son con los ojos cerrados.
Y volvemos a la cama. Ella sigue durmiendo y yo mirando al vacío, como si no hubiera pasado nada, como si todo siguiese igual.
Pero entonces miro el otro lado de la cama y veo desaparecer, por un instante, una espada manchada de sangre.
Sonrío. Porque ahora sé que si se desea con fuerza, un solo segundo basta para cumplir sueños imposibles.