Quizá si te digo te quiero te resulte algo extraño, dos palabras que, dependiendo de quien las diga pueden resultar maravillosas o vergonzantes. Yo, realmente, no tengo muy claro donde caigo, si te saco la sonrisa o miras a otra parte, el te quiero quizá resulte extraño, pero el extraño aquí en verdad soy yo. Soy el que nadie sabe quien es, ni tu ni yo, si uno que pasa por ahí o el que te va a dar un suave beso cuando abras los ojos por las mañanas.
Silencio. Y miro a un vacío que no me cuenta nada, ni la música que estoy escuchando, ni siquiera las palabras que escribo para nadie, solo para mi, esas palabras que nadie vera. Busco soluciones y no las encuentro y me estoy empezando a hartar de que las estrellas se burlen de mi porque desde allí arriba también te pueden ver a ti, te ven a través de la ventana dormir plácidamente, y yo solo pienso en que estarán soñando tus sueños…
Si en mi, si en ti, si en los dos juntos, si soy yo el que te esta salvando de la torre mas alta del castillo o es el caballero ese que me encontré por el camino. Quizá no me deba extrañar, el cabron llevaba un precioso corcel plateado al que le brillaba hasta el mas insignificante pelo, y el… el tenia unos ojos de un azul intenso y una larga melena negra que casi le llegaba hasta el final de la espalda, su sonrisa era encantadora. No, no me debería extrañar, hasta yo casi me enamore.
Como dice la vieja canción, eres la pequeña de las dudas infinitas. Si, eres tu, aunque quizá aquí el que mas dude sea yo, dudo sobre todas esas cosas que hacen dudar, sobre todas esas cosas sobre las que se dudan, dudo si dormirme o no, si perderme entre los abrazos, si besar quizás a la persona equivocada.
Te quiero, dos palabras que, dependiendo de quien las diga pueden resultar maravillosas o vergonzantes. A mi, simplemente, me parecen maravillosas, dudare si decirlas, si tragamerlas o básicamente vomitarlas pero eso no me quita que el sentimiento que surge detrás de un te quiero sea el mas maravilloso que se ha creado jamás.