La ultima mirada

La miro y sus dedos buscaron el contacto de sus labios. Lo único que encontró fue la distancia insalvable que había entre los dos. Sus ojos mostraban síntomas de lo que iba a pasar en pocos minutos. Les quitarian la ropa, entrarían en aquella estancia maldita y nunca mas la volvería a ver. Eran demasiado débiles, les había escuchado decir a algunos guardias. Desde luego no conocían a Maria, no.

Maria era la mujer mas fuerte que había conocido en su vida. Había perdido a su padre y a su hermano en la Gran guerra y sin embargo su brillo en los ojos no se había apagado aun, ni su sonrisa por las mañanas cuando el lo ultimo que le apetecía era levantarse para ir a trabajar, ni sus caricias que le hacían suspirar y llevarlo a mundos lejanos, mundos donde no podía olvidar que era feliz a su lado.

Recordaba sobretodo su risa, risueña, pegadiza, una risa de hada que le sacaba media sonrisa a el y que hacia inevitable abrazarla y comersela a besos… en la mejilla, en el cuello, en los labios… besos que sabían a ella, le bastaba con cerrar los ojos para sentirla a ella.

No, no podía permitirlo, los ojos de Maria se le clavaban en el alma y le pedían ayuda. A el se le encogia el corazón, era su amor… no podía imaginar salir de aquella oscuridad sin ella, no podía imaginar despertarse por las mañanas y darse cuenta de que su sonrisa se había perdido para siempre, querer sentir su olor y tener que echar mano de los recuerdos porque nunca mas la podría volver a oler.

No, no podía imaginarlo. Tiro el pedrusco que llevaba entre manos y se fue corriendo hacia ella, hacia la fila de las mujeres, hacia la muerte. Una voz masculina, grave y con un fuerte acento alemán no tardo ni un segundo en aparecer.

-Donde crees que vas?

-Mira, podréis hacer que pasemos hambre, que carguemos con esas malditas rocas que pesan mas de cien kilos, incluso que olvidemos que somos seres humanos… Pero no podréis evitar que muera abrazado a mi esposa.

-Ah, quieres morir? No temes a la muerte, judío de mierda? -pregunto el alemán con una risita.

-La muerte? Ni a la muerte tengo miedo si estoy a su lado.

El alemán se burló de el, cargo la escopeta, apunto y…

-Bueno, mejor pensado, vete con ellas, siente como la muerte en persona te la arrebata de entre tus dedos.

El se quedo un momento parado, pensando en las palabras que le acababa de decir y corrió hasta su esposa. Ambos empezaron a entrar al lugar del que no saldrían jamás. Un guardia les ordeno que se quitaran la ropa y lo hicieron, lentamente, consumiendo cada segundo que les quedaba de vida, los últimos segundos junto a la persona que mas querían. Una vez todos desnudos, pasaron a otra sala, allí…

Se miraron uno al otro tan profundamente que se asustaron, algunas lágrimas cayeron por sus rostros y se dijeron te quiero sin apenas despegar los labios, el ultimo. Se abrazaron lo mas fuerte que pudieron, como si temieran no aparecer juntos en otra vida. El gas empezó a salir, los mareos aparecieron, una ultima mirada y cayeron al suelo de forma estrepitosa. Los aun conseguían escuchar el débil suspiro del otro. Se apaga, se apaga, se apaga…

Su vida se apaga, aunque su amor… su amor nunca lo hará.

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