Sin alas

¿Qué pasa cuando queremos volar y nos cortan las alas?

¿Cuándo intentamos llegar a la cima y nos ponen barreras?

Barrotes de mil cárceles que no se pueden atravesar, son hierros que nos separan y aunque alarguemos la mano, aunque acariciemos con los dedos toda una vida, ésta no llega, y quizá se aleja más y más.

Nos mira una Luna que nos sonríe traviesa, probablemente se esté riendo de mí. Me da y me quita todo lo que tengo, dependo de ella. Construyo mi propia torre de babel para llegar hasta ella pero es de arena y con un suave soplido todo se desmorona. Nunca me dejará llegar, no quiere que esté a su altura, es muy suya esta Luna nuestra.

Mientras, me rodean relojes de arena de todos los tamaños, la arena con la que un día construí la torre de babel cae inexorablemente al vacío y desaparece, aún así, cada grano suena como cristal cayendo al suelo, y el sonido se mete en mi cabeza cada noche, a cada momento, a cada instante, y duele.

Ya solo me queda mirar un horizonte que lleva mil años espiándome, intentar encontrar en él quién sabe qué nuevo mundo que merezca que me quede en él.

Quizá por querer volar sin alas he cerrado los ojos.

Quizá por querer llegar a la cima me he perdido las vistas.

Pero también sin alas se llega a muchas partes.

También sin torres se puede alcanzar la Luna.

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