¿Recuerdas cuando soñábamos uno con el otro sin saberlo? ¿Cuando nos contábamos batallas perdidas y por ganar, sin saber que todas eran las mismas?
Cuando aún habitaba entre nosotros la inocencia de la primera vez, del no saber, las sonrisas pícaras de intentar observar sin ser observado, cuando éramos niños siendo grandes, cuando un roce se convertía en caricia y la caricia hacía saltar los impulsos nerviosos.
Cuando luego nos reíamos, y detrás de esas risas parecía haber toda una vida.
¿Recuerdas cuando con el insomnio mirábamos el techo de la habitación y nos pensábamos? ¿Cuando nos teníamos cerca aún estando lejos? ¿Cuando alargábamos la mano y, a pesar de rozar aire, parecía que la otra persona estaba allí?
Cuando nos mirábamos cabizbajos por temor a ser descubiertos, cuando ninguno sabía lo que iba a pasar, cuando parecía que todo podía pasar, cuando observábamos un futuro de posibilidades, cuando vivíamos sin miedo porque las sonrisas eran infinitas.
¿Recuerdas cuando imaginábamos perdernos donde no hubiera nadie? ¿Cuando aún no se había perdido el tiempo? ¿Cuando un beso podía volar en cualquier momento?
Volverán los recuerdos, quiero pensar, volverán como aquello que nunca se ha ido, como aquello que solo duerme y se despierta con más fuerza.
Volverán y dejarán de ser recuerdos, volverán y dejarán de ser simples sueños.
Volverán y, ¿quién sabe si todo puede empezar desde el principio?