Ya da igual… El miedo ya pasó… Ya no hay dudas, ya no hay temor. Y es que, ¿qué más queda por perder? Parece que nada. Ha pasado demasiado el tiempo, demasiado, las almas se han ido vaciando de ese fulgor que las unía al principio, de esa fantasía, de esa magia, de esa mística que parecía que no se iba acabar, que parecía que iba a unir las almas hasta el infinito, hacia el universo más lejano.
Se acabó la mierda que siempre me acompaña, el silenciar la voz que grita desde el interior pero que no quiero que salga, el andar haciendo el tonto juntando letras que no van a ninguna parte, el soñar despierto todo el tiempo lo que hubiera pasado si, lo que quiero que pase, lo que pasará, lo que no va a pasar, soñar… y no hacer de una jodida vez los sueños realidad. Y es que los sueños no se hacen realidad soñándolos.
Me canso, todos nos cansamos y no se llega a ninguna parte. Falta la chispa de la vida, el que me importe un rábano lo que se piense o se deje de pensar, lo que digan o el qué dirán, lo que vaya a provocar lo que haga. Dos días dura la vida y tengo que dejar de pensar en cosas sin importancia.
Diré te quiero a quién quiera y seré feliz haciéndolo, nada importará después, no importarán respuestas, vacíos, sonrisas o caricias.
Solo sentir que no he perdido el tiempo, solo así seré feliz. Simplemente sonreír.
El infinito ya vendrá después.
Bua… que pasada de texto. Enhorabuena, me has dejado alucinada
Gracias Valeria! Me encanta que te deje así y que lo que escribo tenga sentido para alguien, además de para mí.
Saludos! 😉