Dos miradas que chocan en el aire dejando un rastro mágico que envuelve la atmósfera de felicidad, miradas que llevan tiempo mirándose, queriendo que las miren, queriendo mirar, miradas que decían te quiero pero hacía falta algo… ese paso… ese decir con palabras un te quiero que tanto cuesta la primera vez.
Miradas que dejan paso a lo carnal, porque se quieren y lo saben, lo sabían desde hace tiempo. Dos labios chocan uno contra el otro con la ternura más cálida del mundo, con la dulzura más suave que se ha visto jamás, con el sabor que se pregunta por qué no lo habían hecho antes. No hay prisa, no hay tiempo, solo romanticismo, deseo, un sentimiento que proviene desde donde pocos humanos se atreven a llegar.
Tras el beso, miradas que brillan y expresan felicidad, porque uno no puede estar más que feliz cuando ha dado ese paso que tanto tiempo lleva esperando, ese paso que sabría que le haría feliz, ese paso que junta a las almas, a los amantes, y es que en ese momento parece que no haya dos personas más felices en la ciudad. Vuelan las sonrisas, simplemente porque por fin tienes a tu lado a la persona que quieres, a la persona con la que llevas tanto tiempo queriendo estar. No puedes evitar estar risueño, que esa media sonrisa no se vaya de tus labios, y es que no quiere marcharse, la media sonrisa no se va a marchar mientras sientas algo en el pecho cada vez que pienses en la otra persona.
Caricias en las manos, en el pelo, roces que expresan más que lo que pueden expresar simples palabras. Un cosquilleo juguetón que recorre tu barriga y te recuerda que estás nervioso, nervioso de pensar que quizá estos momentos se puedan acabar. Pero tranquilidad, no se van acabar, simplemente porque las miradas se quieren, están bien juntas, han desperdiciado el tiempo y ahora que están juntas no lo van a volver a tirar.
Y es que no hay nada más bonito que esa primera vez, esa primera vez en que dices te quiero, miras a la otra persona a los ojos y os convertís en eternas. No hay nada más bonito que esos primeros instantes en que la bola del mundo ha parado y parece que no haya nadie más en él, solo tú y la otra persona, solo vuestras miradas, solo vuestros besos, solo vuestros roces, solo vuestros te quieros.
No hay nada más bonito que cada segundo que estás con la otra persona sea como si fuera la primera vez.