A veces nos empeñamos en no ser felices.
Es curioso, sí. Nos conformamos con nuestro estado emocional, con el estilo de vida que llevamos, con el camino que estamos recorriendo. Nos conformamos, a secas. O nos hacen conformarnos, realmente no lo sé. Aunque siempre somos nosotros quienes tenemos la última palabra. Aunque no lo parezca.
A veces nos empeñamos en no querer darnos cuenta de que tenemos la felicidad a la vuelta de la esquina y que lo único que tenemos que hacer es caminar hasta alcanzarla, que no tenemos por qué aceptar lo que tenemos, que llega un momento en el que el pensamiento de «no hay otro remedio» no nos puede valer.
Porque cada ser humano tiene un lugar en la vida en el que puede ser feliz, y ese lugar, esté cerca o esté lejos, es totalmente nuestro, es totalmente alcanzable. Solo hacen falta ganas de luchar y renunciar al miedo a perder. Y es que solo a través de fallos, solo a través de las veces que logremos levantarnos después de haber caído conseguiremos alcanzar lo que nos parece inalcanzable.
Porque lo más importante no es no tropezar, sino saber levantarse después de haber tropezado.
A veces nos empeñamos en asentir cuando queremos decir no, cuando simplemente debemos cerrar los ojos, respirar y tomar nuestras propias decisiones. Elegir el rumbo que creemos conveniente y dar algo más de protagonismo a lo que nos dice ese que late, callar las voces que vengan de otras partes. Porque la razón nos mantiene vivos, pero a un precio demasiado alto, nos ahoga y nos atrapa, nos encierra en una jaula demasiado estrecha como para poder liberarnos.
A veces creo que nos hemos perdido. Nos hemos perdido a nosotros mismos, aquello que queríamos llegar a ser, todos aquellos sueños que algún día quisimos alcanzar, todas aquellas batallas que quisimos librar.
Todo por querer tener una vida que se olvidó hace tiempo de que lo importante no es lo que tenemos, sino lo que somos.
Queda conjugar los verbos ser y tener en uno solo. Ser aquello que quieras ser, tener lo que eres sin que otros piensen que es una absurda tontería o que ya no estás para estas cosas.
Yo, mientras tanto, seguiré intentando ser feliz aunque me cueste la vida llegar a conseguirlo. Y cuando llegue… miraré los tiempos oscuros y me reiré a carcajadas.
Porque fueron un paso más para llegar a aquello que quise alcanzar.