Ahí estás, te miro, sonrío porque no puedo evitar quererte, te extraño como el niño que no puede tener el juguete que desea, quisiera acercarme a ti, quisiera ponerme a diez centímetros de ti, mirarte a los ojos y decirte… bufff… no sé, te quiero decir tantas cosas y tengo tan pocas palabras…
Te quie… no, no me sale, te neces… no, tampoco, no puedo, y creo que ni siquiera un simple ho… ¡qué rabia! Tengo tanto que decirte, tengo tanto que contarte que podría estar días y días contigo, susurrándote cosas al oído, cosas sobre mí, sobre ti, cosas insignificantes, sin importancia, sobre la vida, sobre nosotros, sobre lo bonito y perfecto que sería estar juntos.
Y sé que solo son palabras, sonidos que toman forma para expresar lo que uno tiene en la cabeza, no te voy a llamar idiota, imbécil o cualquier otra cosa que te haga poner mala cara, me mires con rechazo, des media vuelta y me olvides para siempre. No, solo te voy a decir palabras, quizá sin sentido, quizá que no dirán nada, palabras al fin y al cabo, y sé que me mirarás, me contestarás con la mejor de tus sonrisas y ya está, no te transformarás en un ser terrible, no te esfumarás para viajar a otro planeta, no, lo peor es que lo sé.
Pero no puedo evitarlo, no puedo evitar no poder acercarme a ti y hablarte, llámalo miedo, llámalo vergüenza, llámalo como quieras, yo no le pongo nombre, simplemente porque no lo sé, no sé qué pasa, es un querer y no poder.
Todo es cuestión de palabras… simples palabras…