Pensar, pensar, pensar, pensar, pensar… Pensamos demasiado sobre cosas que no vale la pena pensar. Las oportunidades vuelan, el tiempo también y quizá las cosas sean mucho más fáciles de lo que parecen o de lo que pensamos. Creemos que quizá ya no existan posibilidades, que quizá se hayan esfumado y hemos caído en el olvido, en una negrura de la que es imposible escapar.
Pensamos que hoy sí, pensamos que hoy no, que hoy va a suceder o que hoy no toca hacerlo, pensamos que ya no importa nada o pensamos que la humillación sería eterna, pensamos que debería ser así y pensamos que no es así. La bipolaridad aparece cuando no debe, cuando hay que ser firmes, claros y directos, cuando hay que saber lo que hacer, cuando el pensar tanto te resta posibilidades de ganar.
¿Pero por qué demonios pensamos tanto? ¿Por qué demonios hacemos la vida tan difícil? No lo es, desde luego, la vida la hacemos nosotros complicada, entonces ¿Por qué?
Simplemente por el miedo al error.
El error… Cuánto miedo le tenemos, pánico. Pensamos que el error no es más que una piedra en el camino, algo malo, un fallo que nos deja en el ridículo, algo que nos hace tropezar. Nadie quiere errar, nadie quiere tropezar, quieren que todo salga perfecto, ni un solo fallo. Cometer el error es lo peor que puedes hacer.
Y yo pienso… ¿Por qué? ¡Cometamos el error! ¡Demos el paso que nadie quiere dar! ¡Tropecemos con la piedra, simplemente porque no veremos otra piedra como esa! Pensémoslo bien ¿Qué es el error? Solo una palabra creada por el hombre para darle nombre al paso siguiente al tropiezo, primero existe el tropiezo, luego el error. ¿Existe el error? ¿Quién sabe cuando algo puede ser un error?
Nadie, absolutamente nadie… Y es que la única manera de saber que algo es un error es cometiéndolo. Entonces, ¡cometamos los errores! Porque quizá, aquello que creemos que puede ser un error no lo es, quizá lo que nos depara la vida es la eternidad, la magia, la vida… Arriesguémonos, dejemos de pensar en si las cosas van a salir bien o mal, simplemente dejemos que las cosas tomen su curso natural.
Porque la vida no está hecha para pensar tanto, creer que todo va a salir mal, creer que lo que hagamos puede ser un error. Dejemos que la vida nos envuelva con su magia y demos todos esos pasos que tenemos miedo de dar. No nos arrepentiremos, nadie se arrepentirá, el arrepentimiento solo vendrá cuando nos demos cuenta de que ya no podemos cometer el error.