Una oportunidad, otra, otra y otra… son tantas… Alguien espera palabras y yo solo doy silencios, silencios que intentan decir cosas pero que no son suficientes, tampoco vale una mirada, una sonrisa o un gesto quizá imperceptible, solo palabras, simples palabras… ¡Maldita sea! Me miro a mí mismo y quiero gritarme, quiero darme una bofetada para ver si me doy cuenta de una vez…
De que el tren al que me quiero subir no estará ahí toda la vida.
Cuentan los segundos, cuentan todos esos instantes perdidos, cuentan todas esas veces en que pude decir te quiero, cuentan las batallas que creía perdidas y sobretodo cuentan las que están por ganar.
Sueño demasiado. Me pienso que lo que no pude o no supe hacer hoy lo podré o lo sabré hacer mañana, cierro los ojos e imagino lo que va a pasar, todo es perfecto, se vive feliz y se come perdiz y me viene a la cabeza la frase esa de… mañana será un gran día.
Y nunca lo es.
El mañana es un día como todos los demás, quizá triste, quizá feliz, pero no perfecto. Porque solo sería perfecto si de mis labios salieran palabras, quizá de amor, quizá de suspiros, quizá de todas esas cosas que están por decir, quizá solo bastaría un simple te quiero…
El tren se cansa, el tren no espera, el tren debe de partir, lo hará conmigo o sin mí, siento que cada segundo que pasa sin que yo me suba es una oportunidad perdida, siento que cada segundo que pasa está más lejos, y llegará el día en que ni siquiera lo pueda ver.
¡Mírate! ¡Grítate si te tienes que gritar! ¡O date un bofetón si es necesario! Despierta del sueño y vive la realidad, no cometas la estupidez de dejar pasar una oportunidad que te pondría una sonrisa eterna en los labios, la estupidez de no dar el paso que te lleve hasta el tren.
Ya lo sé, corazón, no hace falta que me lo recuerdes una vez más.
este es el primero que leí y me identificó tanto! excelente! 😉