Hay palabras que hacen sonreír, que te dejan un buen sabor de boca, palabras con las que uno se siente tan bien como si estuviera tumbado en un verde prado frente a las nubes. Y hay palabras que duelen, que ahogan, que matan, palabras que al oírlas desearías no haberlas escuchado nunca, porque te dejan tirado como un perro maloliente, porque te dejan el sentimiento de que eres lo más inútil del mundo, la última mierda que existe.
Pero hay otra clase de palabras, las peores, las mudas, aquellas palabras a las que algunos llaman silencio.
Y es que me puedes herir, me puedes ahogar, me puedes matar… hazme lo que quieras pero lo que te pido que no hagas es que te quedes callada, que te quedes ahí, de pie, mirando al vacío, indiferente, sin decirme nada, sin expresar nada, sin que todo lo que tienes dentro salga a la luz.
Vamos, ¡grítame! ¡Dime todo lo que haga falta para que te puedas quedar vacía! ¡Saca tus emociones, llora si tienes que llorar, exterioriza todo lo que te está ennegreciendo el alma! ¡Déjate llevar por la rabia, por la furia, dime todo lo que me tengas que decir! ¡Hiéreme con palabras, ahógame con palabras, mátame con palabras!
O quizá…
O quizá quiéreme… quizá dame un beso que diga que de verdad me quieres, quizá mírame a los ojos y saca la mejor de tus sonrisas, quizá dime cantando lo que no te atreves a decirme con palabras.
Mátame… quiéreme… pero lo que por favor te pido es que no me seas indiferente. Es peor que morir, es peor que el infierno, es peor que vagar solitario en un mundo de dementes. Una sola lágrima quizá, un solo roce en los labios quizá.
Pero no me lleves a la locura con tu indiferencia.
Precioso 🙂
Gracias! Y gracias también a los demás que os ha gustado, no esperaba la tan buena acogida de este relato! 🙂