Es tarde, tengo sueño y me voy a dormir con la esperanza de quedarme dormido enseguida pero eso, una noche más, no pasa. Y es entonces cuando me pongo a pensar, y pensar en la cama a veces es muy bueno, te ayuda a reflexionar, a meditar mejor las cosas, pero otras veces es un auténtico infierno.
Y para mí es una tortura porque pienso en los recuerdos, pienso en el tiempo perdido, pienso en ti.
Me pongo a pensar que tal vez hubiera podido hacer más por acercarme a tus besos, que tal vez me hubieran tenido que salir mejor las palabras, que tal vez no hubiera tenido que apartar la mirada tantas veces, que tal vez hubiera tenido que decir «te quiero»…
Y me vienen recuerdos, recuerdos de aquella vez en que nos quedamos a solas unos segundos, unos simples instantes, y de nuestros labios no salió nada, solo dos cabezas gachas, solo el miedo a mirarnos y que se desvelaran nuestros secretos y solo dos almas que siguieron cada una por su lado. Recuerdos de aquella vez en que sabía que era el momento exacto, que quizá no tendría otra oportunidad y no pude hacer otra cosa que quedarme callado, me faltó el aliento, el corazón dejó de latir por unos instantes, hubo algo que no me dejó decir todos los te quieros que te quise decir.
Recuerdos de aquel instante en que esperaste algo que yo no te supe dar.
Y lo peor es que el tiempo pasa, el tiempo se acaba, llegará el día en que no estemos juntos y no me podré perdonar todo ese tiempo perdido, todo ese tiempo que hubiera pasado contigo o sin ti, da igual, pero no habría dudas, no me pasaría el día pensando sí, no, sí, no, sí, no…
No dejo de pensar en lo que no hice, en lo que no estoy haciendo y sería fácil dejar de pensar, solo sería cuestión de arriesgar.
Muchas veces el miedo a fallar, a equivocarse encierra los actos tan dentro de uno mismo que le vuelve frío y distante. Pensar en lo que no se hizo y se hubiera querido hacer es torturar el alma con unas penas, que de no ser por temor, se las hubiera comido la valentía.
Me gustó la idea del escrito! Un saludo 🙂
Exacto, la cuestión sería pensar «me da igual lo que responda o digan los demás», pero claro, no es tan fácil…
Gracias! 🙂
Es complicado librarse de los miedos.
Me gusta mucho cómo empieza el relato, con eso que todos hacemos antes de ir a dormir: quejarnos de nosotros mismos.
¡Siguiéndote a partir de ahora!
Un saludo 🙂
Sí que es complicado, sí, pero al final no hay más remedio que olvidarse de ellos, si no, no se avanza.
Gracias! Por aquí te espero 🙂