Ahora que empieza el buen tiempo y que las nubes descansan en sus cuevas de vapor y ceniza, me gusta mirar hacia arriba, a las estrellas, y pensar que ellas también me están observando a mí.
Como millones de ojos que controlan cada paso que doy a cada instante, a cada momento.
Dicen, o alguien un día me contó, que las casualidades no existen, que todo se rige por un plan creado por el universo, o quizá por las diminutas estrellas que, desde su insignificancia, controlan una especie de hilos invisibles.
Decían, o tal vez escuché, que todo está escrito en esa oscuridad que sobrevuela nuestras cabezas. Que cada estrella es un punto y aparte y que si forzamos un poco más la vista podemos ver los trazos de las letras de ese guión, de esa novela que alguien un día se puso a escribir por aburrimiento, o quizá para darnos a los que soñamos despiertos un motivo para mirar hacia el cielo.
Y creer que cada paso que damos nos lleva a alguna parte.
Pensar que cada momento perdido es un instante ganado.
Que quizá todo pasa por alguna razón que nosotros no podemos llegar ni atisbar.
Dicen, o lo leí en alguna parte, que todo esto no es más que un gran teatro, el mundo el escenario y nosotros los actores. Que nuestras vidas ganan o pierden protagonismo según el instante, pero que todos tenemos nuestro momento aunque creamos que nunca va a llegar, porque esta historia se ha escrito para nosotros y todos tenemos un papel en ella.
No sé… podría pensar…
¿Y si…?
Girar una esquina, ganar una mirada, alcanzar el cielo con la punta de los dedos.
Darte cuenta de que en ese instante te toca ser protagonista.
Y saber que no puedes rechazar el papel.
Ahora que empieza el buen tiempo y que las nubes descansan en sus cuevas de vapor y ceniza, me gusta mirar hacia arriba, a las estrellas, y pensar que ellas también me están observando a mí.
Y que a la vez… Y que a la vez sonríen porque conocen mi destino, conocen mi trocito de la historia y saben con certeza lo que va a pasar. Y quizá, en la otra punta del mundo, están sonriendo a otra persona, esa que también las mira, esa que también está esperando.
Y a los dos nos piden que esperemos, que todo llegará, que pronto seremos protagonistas.
Y mientas… Mientras cierro los ojos un instante y sonrío yo también. Esperando que el universo juegue sus cartas y me enseñe un trocito de ese plan que me tiene reservado.
Ese plan que alguien un día escribió para mí.