Saltar por un prado lleno de hierba mojada por la lluvia con la única compañía del viento.
Pararse frente al mar, mirar al horizonte y dejar que la brisa y el sonido de las olas te envuelvan como una madre envuelve a su hijo.
Mirar hacia las estrellas y darte cuenta de todo lo que hay ahí arriba, darte cuenta de que eres más pequeño que un grano de arena.
Ay… la libertad…
Pasear por un bosque con los árboles tan altos que no dejan pasar la luz y respirar ese aire que la naturaleza quiere brindarnos.
Subir a una montaña y ver el mundo a través de los ojos de los Dioses, tan alto que si estiras los brazos y miras al frente casi puedes volar.
Quedarte plácidamente tumbado en la cama una cálida noche de verano mientras una suave brisa entra por la ventana, con la única compañía de tus pensamientos.
Ay… la libertad… esa sensación de ser libre… de poder estirar todas las partes de tu cuerpo, mirar al infinito y notar por un instante que el mundo es todo tuyo y que no podrías ser más feliz.
Ay… la libertad… esa sensación de vacío de tu mente… no hay problemas, nadie que te pueda molestar…
Solo tú, el aire y la libertad.