Perdernos,
en instantes tuyos y míos,
en momentos clavados en el tiempo,
como miradas que se ven por primera vez,
y que siempre sea la primera vez.
Porque solo así llegamos al infinito sin rasguños ni heridas olvidadas u olvidables.
Imaginarnos,
volando tan alto que la Luna nos tiene envidia,
porque quiere alcanzarnos y no puede,
porque quiere sentir tanto y no puede.
Nos alejamos para sentirnos cerca aún estando muy lejos.
Nos imaginamos para convertir realidades que no existen en un futuros alcanzables, aún siendo inalcanzables, aún siendo irrealizables.
Bailarnos,
si es que existe ese verbo,
si no, ya lo invento yo.
Para danzar alrededor del otro,
y mirarlo con deseo,
respirarlo,
sentir su esencia,
chocar pieles en combates eternos, de horas, de días, de noches, de solo caricias y tempestades.
Porque solo así entiendo la danza.
O el sexo, como lo quieras llamar. Al fin y al cabo es lo mismo.
Relajarnos,
y tal vez respirar,
volver al principio,
en vez de perdernos, buscarnos
y encontrarnos.
Porque de nada sirve todo lo demás si estamos a años luz, demasiado lejos como para que la Luna nos pueda tener envidia.
Ni siquiera se da cuenta de que existimos.