Llega un cierto momento en que las cosas se detienen, no siguen hacia delante, en que si se sigue por un mismo camino al final se llega a un callejón sin salida, y ese es el momento en el que te das cuenta de todo y ves, con toda la pena del mundo, que no puedes seguir hacia delante, que todo se acabó.
Y lo peor de llegar a ese punto es que ya no puedes volver hacia atrás.
Llega un cierto momento en el que sabes que tiene que haber un cambio, un giro, algo que tiene que pasar para que las cosas tomen el rumbo necesario, el rumbo que uno quiere. Un punto en el que hay buscar otro camino porque sabes que si sigues por el mismo te toparás con ese callejón sin salida, y entonces ya no habrá vuelta.
Pero claro, no solo hay otro camino, hay decenas, quizás centenares de caminos diferentes que poder escoger y eso, aunque parezca un privilegio, es una auténtica losa para quien tiene que decidir. ¿Hacerlo así o hacerlo de otra manera? ¿Escoger ese camino o ese otro? ¿Cuál de todos llegará hasta el destino que uno quiere?
¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Cómo hacerlo? ¿En qué momento exacto hacerlo?
Todo son factores, variables. El más mínimo fallo puede hacer que nos equivoquemos de camino y lleguemos a ninguna parte.
Hay muchos caminos ante nosotros ¿Cuál es el adecuado?
Difícil elección…
Porque todos los caminos no llevan al mismo sitio.