Soñar despierto

Te he visto bailar mil veces sin que me diese cuenta, con una sonrisa en los labios y mi mente en otra parte. Bailar, danzar o, simplemente, caminar, aunque me pareces tan risueña que confundo las tres cosas y llego a un punto en que no sé ni en qué estoy pensando. Luego camino y pienso en cada paso que doy, y parece que tropiezo y que no recuerdo que primero va un pie y luego el otro. Son tantas cosas…

Tú tan tú, y yo tan torpe, por eso congeniamos tan bien. El día que me enseñes ya no será lo mismo, así que mejor me quedo como estoy, yo cayéndome y tú ofreciéndome la mano cual película americana. Bueno, en esas películas es algo mejor, porque los dos caemos y chocan nuestras frentes y al mirarnos sentimos cosas y, tal vez, nos besamos. En verdad, prefiero la vida real, porque en ella directamente nos besamos y nos pasamos tres horas así y no nos importa aburrir al espectador.

Sí, nos da igual, si quiere divertirse que busque otra película en la que los protagonistas discuten todo el tiempo. Nosotros preferimos jugar a sostenernos la mirada durante un minuto entero a ver quién consigue aguantar sin reírse. Normalmente gano yo, porque pongo mi cara de zombie extraterrestre y tú a eso no puedes resistirte. Ríes a carcajadas y yo sonrío feliz al verte, luego te tiro encima de la cama y te quito la ropa salvajemente, porque es bueno mezclar amor y pasión, aunque no sepa definir con una palabra el resultado.

¿Y qué si no sé definirlo? Diría tantas cosas que te pasarías dos horas leyendo y no quiero que tires tu tiempo de esa manera, prefiero que te tires hacia mí y yo te coja en brazos, o que nos tiremos juntos en paracaídas y hagamos figuras con las nubes, o comérnoslas como si fuesen algodón de azúcar. Aterrizar luego en una selva llena de monstruos y dragones y reírnos del cruel destino, coger escudo y espada como si fuésemos caballeros de la edad media y enfrentarnos a ellos.

Sí, se me da bien soñar despierto. Porque he de admitir, muy a mi pesar, que las nubes no son de algodón de azúcar, ni los dragones y los monstruos existen, ni te he visto bailar mil veces, tal vez han sido solo doscientas y, lamentablemente, aún no me sale bien la cara de zombie extraterrestre.

Pero nos besamos, nos reímos y nos quitamos la ropa salvajemente. ¿Es que eso no es suficiente? Lo otro… lo otro ya habrá manera de inventarlo.

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