Son las doce de la noche, mi mano escribe sobre el papel mientras mis párpados luchan contra mi cabeza para poder cerrarse del todo, están cansados, son pocas las noches en que dejo los ojos cerrados más de ocho horas, por eso me piden a gritos que los deje en paz de una vez. Yo de momento me resisto a dejarme llevar por los ángeles que guían mis sueños porque te quiero recordar solo unos segundos más…
Y que conste que quiero soñar…
Pero soñar contigo.
Por eso, antes de soñar, miro tu imagen en mi interior, miro tu sonrisa, que me sonreirá cuando te vea, miro tus ojos, que tendrán la inquietante mirada que parecerá recorrer mi mente, miro tu piel, que recorreré beso a beso hasta quedarme sin saliva.
Serás la última imagen que recreará mi mente en el aire que me rodea, antes de empezar a volar por el reino de los sueños. Así, simplemente, mis mente no tendrá más remedio que soñar contigo, porque te habré recordado con tanta fuerza que no habrá más imágenes, en mi sueño solo estaremos tu y yo, el mundo a nuestros pies y un sinfín de posibilidades…
Quizá un viaje por el universo con la única compañía de la estrellas que nos sonríen e iluminan el camino, quizá perdernos en el bosque más alejado del mundo para besarnos lentamente y que los cantos de los pájaros acompañen la pasión, quizá bañarnos desnudos en un río cristalino y abrazarnos durante minutos sin que se oiga nada más que nuestra respiración y el compás de los latidos, quizá viajar a otros mundos que nos enseñen que no hay nada más importante en esta vida que decirle a la persona a la que amas te quiero.
En los sueños todo eso puede ser realidad, en los sueños, que tú y yo estemos juntos puede ser realidad.
Por eso quiero soñar.
Quiero soñar contigo.
Y no querría nunca despertar.