Miro el folio en blanco, la barrita parpadeando ansiosa de que lo llene con palabras y mis dedos vacilan sobre qué escribir, esperan mis órdenes, como soldados, aunque ellos saben lo que quieren escribir, lo han hecho tantas veces que solo saben de amor, sentimientos, latidos que suspiran por alguien, miradas furtivas, sonrisas, roces inocentes, silencios inesperados, palabras… solo saben que quieren escribir sobre ti, solo saben que eres tú quien los inspira, porque en realidad no es mi mente la que escribe, son los pensamientos que tengo sobre ti los que lo hacen. Pero son tantos…
Pienso, pienso, pienso… miles de imágenes me vienen a la cabeza, quizá tus ojos de gata, quizá tu piel morena, quizá tus labios de seda, quizá todos esos detalles imposibles de describir, porque cada detalle de ti es una imagen, una imagen capaz de transmitirlo todo, capaz de hacerme sentir la sensación que tendrá aquel que se encuentra en la montaña más alta del mundo arrodillado frente al mar, frente a la inmensidad del mar, frente a ese manto azul capaz de transmitir calma, serenidad, amor, felicidad.
Mientras yo intento cambiar de tema, la barrita parpadeando me pide que siga, me pide que escriba que ojala los deseos se hicieran realidad, que ojala tú estuvieras aquí y no allí, que ojala supiera la manera de poder vivir sin ti, porque ahora nadie me puede pedir que lo haga, porque no quiero, porque no puedo. Me pide que transmita mi odio a los dioses que nos están haciendo esto, que están haciendo que no podamos estar como desearía estar, que me hacen elegir entre dos deseos, dos deseos desesperados por ganar, porque si uno gana el otro pierde, no pueden ganar lo dos y… ojala no pierdan los dos.
La barrita parpadea ansiosa pero yo no tengo ganas de más, las palabras respiran aunque yo luche por ahogarlas. Mis dedos se resisten a que sean silenciados, porque ya lo han sido demasiadas veces, demasiadas veces les he dicho basta, que no tenían por qué contar lo que mi mente quería callar.
El folio en blanco me pide más, mis dedos escriben sin cesar, escribirían hasta que ya no quedaran secretos en mi alma, pero voy a luchar porque no digan… te quiero… ¡Silencio! Por favor, solo os lo pido una vez más…