Recuerdos del olvido

Cierro los ojos, dejo mi mente en blanco durante un instante y es entonces cuando aparece ese recuerdo, el recuerdo de ese momento en el que me di cuenta de que, quizá, te haya perdido, de que quizá el cuento de hadas se haya acabado… antes siquiera de que haya empezado.

Quizá los silencios se hicieron demasiado eternos, quizá los corazones no supieron explotar, quizá la espera se ha hecho demasiado larga, agonizante, quizá todo hubiera tenido que ser de otra manera, quizá nos hubiéramos tenido que mirar a los ojos, habernos dicho te quiero y haber encendido la llama del todo, y ahora quizá sea demasiado tarde, ahora que solo quedan las brasas.

Quizá, quizá, quizá… Demasiados interrogantes para tan pocas respuestas, quizá hubiéramos tenido que apartar a un lado los quizás y pensar más con el corazón, tener ese impulso de borracho al que todo le da igual y lanzarnos hacia ese beso que hubiera hecho callar las vocecitas que tanto molestaban.

Y lo peor, lo fácil que es olvidar, sobretodo si hay una brecha en el camino, una brecha irreparable, eso que sabíamos que llegaría y no quisimos ver. Tiempo, espacio, dos vidas separadas, todo en contra y lo poco a favor no lo supimos aprovechar.

Cierro los ojos, dejo mi mente en blanco durante un instante y es entonces cuando aparece ese recuerdo pero también aparece todo aquello que hizo que un día se fuera encendiendo la llama poco a poco, las sonrisas, las miradas, los gestos, los te quieros silenciados, ese deseo tan fuerte de abrazarte y rozar mis labios contra los tuyos con la misma fuerza que un volcán para que nada pudiese separarnos jamás. Es entonces cuando pienso: quizá no haya fuego pero ahí quedan unas brasas y quizá con ellas se pueda reavivar la llama, quizá consiga que no se apague del todo, quizá el tiempo no hace el olvido.

Quizá ¿Por qué no? Mientras exista una posibilidad seguiré mirándote con el deseo de conquistarte, de quedarme abrazado a ti escuchando tu respiración y tus susurros, porque ya todo me da igual, si ya te he perdido no tengo nada que perder, seguiré estando ahí, atento a ti.

Porque por nada del mundo podría dejar de quererte.

Y eso, de momento, es lo que me sigue haciendo fuerte.

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