La luz empieza a entrar por la ventana mientras los pájaros tocan una suave melodía de despertar. Él abre los ojos y entonces recuerda que a su lado la tiene a ella. La mira, la observa, se fija en su respiración y le encanta, es tranquila, calmada, seguramente esté soñando con un bosque silencioso, o con una playa a la que apenas llegan olas, o quizá con él. Sonríe y se da cuenta de que es feliz solo con mirarla, con tenerla a su lado, con sentir su respiración. Se da cuenta de que no quiere nada más.
El mundo empieza de nuevo y un millar de posibilidades se abre ante ellos.
De primero un paseo por la ciudad. Cogidos de la mano o de la cintura. Necesitan tocarse, sentir que el otro está allí. Los corazones laten al compás de unos pasos que no les llevan a ninguna parte, simplemente se pierden entre el bullicio de una gente que anda al ritmo del diablo, quizá negocios, quizá una reunión importante… da igual, es gente al fin y al cabo que piensa que las cosas importantes se llenan con dinero o con el éxito. Ellos se miran, se leen el pensamiento y sonríen, y es que para ellos no hay otra cosa más importante en ese momento que dar ese paseo, y disfrutarlo con esa persona que te hace revolver el estómago.
De segundo, un parque lleno de espesos árboles en el que la única compañía es un viejo sentado en el banco de al lado que está dando de comer a las palomas. Ellos, mientras, se cuentan la vida, cada detalle, no existen secretos, experiencias, amores, desamores, deseos, temores, sentimientos… Entre medias besos que absorben el alma del otro, dulces, cálidos, mágicos, pueden pasarse dos minutos besándose o quizá tres o cuatro… la vida en ese momento son los besos y todo lo que les envuelve. También miradas que leen los pensamientos, miradas de cuatro ojos oscuros que dicen lo que no dicen las palabras, que dan ganas de quedarse mirando toda la vida, simplemente porque es la mejor manera de sentir a la otra persona.
De postre, una cena, simplemente una par de tostadas de aceite con jamón, patatas fritas y la otra persona. Conversan tranquilamente de cosas insignificantes, se ríen, se miran y disfrutan, nunca tan poco supo tan bien. Y es que cualquier cosa sabe bien si estás con la persona con la que quieres estar. Luego una película mientras de fondo suena la lluvia. Se acuestan en el sofá y se cubren con una manta. Se miran un instante y respiran profundamente, se dan un beso y, risueños, sonríen. Piensan que la vida es maravillosa.
Y es cierto, la vida es maravillosa y no se necesita un coche en la puerta de casa, ser un ejecutivo de una importante empresa, tener el bolsillo lleno o cenar langosta todas la noches. La vida es maravillosa y solo hace falta llenarla de pequeños detalles que hacen que la vida sea vida, tan cierto como eso, tan cierto como un bello despertar, un dulce paseo acompañado de secretos o intensas miradas en un parque con olor a libertad. Tan simple como que en todos los momentos tengas a alguien a tu lado que te hace feliz, alguien con el que parece que no pasen los segundos, alguien que te envuelve la vida de un cosquilleo eterno que te hace respirar. La vida se puede resumir en un beso, en una caricia, en una respiración, en una mirada o en un simple roce.
La vida está llena de pequeños detalles que no sabemos aprovechar, pequeños detalles que hacen la vida, que te hacen vivir. Amor… un detalle tan insignificante que nos es imposible vivir sin él.
detalles los más pequeños, son los más grandes.!!!! Muy bueno . Felicidades
Y lo peor es que casi nunca los tenemos en cuenta!
Saludos! 🙂