Me encuentro en el principio de un camino, el camino que me llevará hasta eso que yo más deseo, hasta ella, un camino que tantas veces he deseado recorrer y de momento aún estoy en el principio, quizá por miedo, quizá porque no sé si lo que me espera al final es realmente lo que yo quiero, aunque seguramente es por lo que he visto tantas veces al quedarme de pie enfrente del camino.
Un suelo lleno de grava, malas hierbas y completamente enfangado.
Decenas de vallas en medio del camino, cada vez más altas.
Animales peligrosos que gritaban diciéndome que no diera el primer paso porque se lanzarían contra mí.
Obstáculos… todo eran obstáculos…
Pero llegó un momento en el que la lucidez acudió a mí después de mucho tiempo, por fin llegó esa vocecita sabia que nadie sabe de dónde viene pero que lo hace en los momentos importantes. Por fin me di cuenta de lo que había sucedido durante todo este tiempo.
Esa vocecita me contó el secreto de aquel camino, fue entonces cuando me di cuenta de que decía la verdad. Abrí bien los ojos, vacíe mi cabeza de cualquier pensamiento malo que pudiera aparecer y de repente… pasó, el suelo se volvió limpio, era llano y estaba lleno de flores, las vallas desaparecieron y los animales que antes rugían me incitaban a empezar a caminar.
En ese momento me di cuenta de cuan grande es la estupidez humana, de cuan estúpido soy yo, de cuan… soy yo. Porque todo había sido así desde el principio, no había ningún problema en el camino, nunca había habido barro, nunca habían existido esas barreras que yo no era capaz de saltar y los feroces rugidos solo los provocaba mi mente. Entonces me di cuenta de que el camino era más fácil de cruzar de lo que yo me había imaginado jamás. Me di cuenta de que había sido un completo idiota, poniéndome obstáculos a mí mismo, todo lo veía negro, no importaba que hubiera luz, yo me empeñaba en ver oscuridad por todas partes, me empeñaba en querer saltar muros que no existían, luchar contra bestias que solo me atacaban en mi imaginación, cual Don Quijote.
Ahora no puedo hacer más que reírme y reconocer mi error, ponerme de pie de nuevo ante el camino y empezar a recorrerlo para ver qué me espera al final. Porque sé que no hay barreras, ya no hay obstáculos, y aunque los hubiera da igual, seré capaz de superarlos.
Y es que la vida no es tan difícil, solo que… nosotros nos empeñamos en hacerla complicada.
Y lo peor de todo es que la puerta de salida solo tiene una contraseña que hace mucho tiempo que olvidaste.