Puede que me equivoque al pensar que buscas mi mirada y que cuando la encuentras tuerces los labios disimulando una sonrisa que quiere escaparse como un pájaro que es encerrado en su jaula.
Puede que me equivoque al pensar que buscas cualquier conversación para charlar conmigo, no importa el tema, por muy insignificante que sea las palabras fluyen entre los dos como si nuestros labios supieran qué decir en cada momento.
Puede que me equivoque al pensar que buscas mi contacto, que buscas tocarme, rozarme, acariciarme, que mi piel y tu piel choquen y que en ese momento la sangre que corre por tus venas acelere su ritmo, como si mi roce te diera la vida al igual que tu roce me la da a mí.
Puede que me equivoque al pensar que sientes algo por mí, que tu alma quiere gritar de pasión y de alegría e ir al encuentro de la mía, y que las dos almas corran libremente por verdes bosques y naden por aguas cristalinas. Siempre unidas, siempre de la mano, como si al separarse pudieran morir.
Puede que me equivoque al pensar todo esto, puede que esté viviendo en la ignorancia, puede que esté seguro de mis sentimientos pero no de los tuyos. Entonces faltas tú, falta tu palabra, falta que abras esa jaula en la que el pájaro está encerrado, falta que las palabras insignificantes se conviertan en «te quieros», falta que te vengas conmigo a correr por los bosques y nadar por los ríos, falta que me mires a los ojos y nos fundamos en un beso eterno que acalle todas mis dudas, ese beso que silencie esa vocecita que me dice que quizá me esté equivocando al pensar…