La voz

Te he visto observarme en silencio, desde la distancia.

Te he visto controlar cada uno de mis movimientos, los correctos, sobre todo cuando fallo.

Te he escuchado susurrar tras mis pasos, desaparecer al volverme, como una sombra que gira a mi alrededor.

Te he escuchado hablar en sueños, o justo antes de dormir, revivir una y otra vez mis pasos, mis derrotas.

He sentido tus dedos guiarme sin pedirlo, tus zarpas diciéndome lo que debo hacer.

He sentido tu aliento en mi cuello.

Me das asco y, a pesar de todo, sigues ahí.

Eres oscuridad, la peor de las tormentas, esa que asusta al inocente y enloquece al racional, esa que destroza el alma y nos hace cada día más enfermos.

Tú, la voz que dice que no puedo.

Tú, la voz que dice que soy estúpido.

Tú, la voz que dice que nunca llegaré-

No existes y, sin embargo… Pesas tanto, quemas tanto, dueles tanto…

Eres mi debilidad, mi ceniza soy yo mismo.

¡Calla, salta, ahógate, muere!

Silencio, calma, paz…

Volverás, sé que volverás, cuando menos te necesite, cuando me hagas más daño. Eres así, esa es tu esencia.

Perderás, sé que perderás, te haré mucho más daño. Soy así, esa es mi esencia.

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