Imagínate que llueve, que corremos hacia la ventana de nuestra habitación para buscar en la lluvia recuerdos de momentos que nunca pasaron… La primera caricia, el primer beso, un te quiero, el infinito… Imagínanos, tú en una punta de la ciudad, yo justo en la otra, arañamos el cristal de la ventana tratando de guardarnos una gota de lluvia en el bolsillo para guardarnos así un recuerdo y poder soñar con él toda la vida.
Imagínate que el cristal se esfuma, que cogemos cada uno una gota de lluvia y, justo en ese mismo instante, nos transportamos a una misma habitación, a una misma cama, que nos miramos a los ojos, sacamos cada uno su gota de lluvia y las unimos, y creamos recuerdos que, aunque solo existan en nuestra cabeza, siguen siendo maravillosos.
Creamos el recuerdo de tú y yo tirados en el césped de un parque cualquiera, tú apoyada en mi pecho mirándome y yo con una mano por detrás de la cabeza mirando a quién sabe qué vacío. El recuerdo de un paseo por la ciudad en el que de repente empieza a llover, y corremos de la mano para refugiarnos en cualquier portal, muertos de risa, muertos de frío, y cuando llegamos a un portal nos besamos dulcemente para darnos calor. Creamos el recuerdo de tú y yo jugando en mi habitación al juego de las caricias, de los abrazos, de darnos besos que sepan a caramelo, de mirarnos a los ojos y sentir que la persona que tenemos delante es única, que en el mundo solo existimos tú y yo.
Imagínate que no nos echamos de menos, que no nos odiamos a nosotros mismos por no decirnos nada cuando nos vemos, que no bajamos la mirada al encontrarnos, que nos decimos un «hola», que quizá nos miramos a los ojos con una sonrisa tímida y nos besamos sin pensar en lo que piensen los demás. Imagínate, simplemente, que los demás no existen.
Imagínate que no pensamos en los quizás, tampoco en los «y si…», imagínate que cada gota de lluvia muestra nuestro reflejo, que nos miramos en él y de repente los recuerdos se hacen reales, que de repente tengamos el poder de crear recuerdos de la nada y vivamos cada recuerdo como si nunca lo hubiésemos vivido, y es que en realidad no lo hemos vivido.
No tengamos miedo de sembrar recuerdos ahora, en el presente, porque cada segundo que estamos pasando será una imagen que recordaremos en el futuro. Recordemos besos, sonrisas y caricias, y no silencios y miradas cabizbajas. Hagamos del presente algo digno de recordar, hagámoslo, simplemente, inolvidable.
Que romantico… Me encanta!!!
Gracias Valeria!! Un placer siempre verte por aquí!! 😉