El efecto mariposa

Piénsalo, ahora mismo, en cualquier lugar del mundo, una mariposa mueve sus alas causando un efecto quizá maravilloso, quizá devastador, una mariposa mueve sus alas provocando un tornado en los mares del sur o un encuentro con el amor de tu vida.

Piénsalo, quizás cada acto que has llevado a cabo hasta ahora te ha conducido hasta un determinado punto del que es imposible volver atrás, quizá que sonrías en este instante significa algo, quizá que muevas el dedo meñique de tu mano izquierda te acerca a tu destino, tal vez que pestañees te aleja cada vez más.

Paso a paso llegas hasta esa persona que te hace sentir desde el primer instante que es ella, la que vas a observar respirar dormida a tu lado los siguientes diez, veinte años, la que mil besos después aún te sabe igual, la que, después de mirarla cada instante de tu vida, te sigue punzando el estómago.

Quizá si hubieras tomado aquella decisión, quizá si te hubieras quedado en casa aquella noche, quizá si hubieras contestado aquella llamada. Quizá, quizá, quizá…

Piénsalo, en cualquier parte del mundo una mariposa mueve sus alas, tú giras la esquina y tropiezas con tu destino, os miráis un instante y sonreís. Sabes que darás las gracias eternamente por haber girado la esquina y no haber seguido recto. Sabes que te preguntarás toda la vida que hubiese sido de ti si hubieras continuado recto.

Piénsalo, en cualquier parte del mundo una mariposa mueve sus alas y… ya ves, tan frágil, tan simple… pensar que algo tan importante puede estar a la vuelta de la esquina.

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