El tiempo ha pasado, las noches pensando en ella quizá deberían haber terminado ya hace tiempo, cuando me di cuenta de que su amor había ido decayendo, de los te quieros a los quizás, de los quizás a los improbables y de los improbables a los imposibles.
Lo tengo todo para perder pero lo único que ven mis ojos es ganar.
Ahora mismo es imposible pero yo no puedo dejar de mirarla con los ojos del deseo.
Y quizá sea solo por eso, porque es imposible, porque existen las mismas posibilidades de que me mire, sonría y me bese como que yo ahora mismo me vaya a tirar por un barranco, y eso no me convierte en alguien especial, en alguien raro, no es nada fuera de lo normal, porque ¿Quién no ha tenido alguna vez un amor imposible que le gustaba simplemente por eso, por ser imposible? Que venga alguien y que me lo diga, que me diga alguien que al decirle “no” esa persona tan especial no le han dado más y más ganas de besarla, y que si alguien le ha dicho “sí” sin ningún rodeo no se ha sentido algo decepcionado.
Porque ahora que es imposible, yo y millones de seres humanos más, creeremos que es improbable, que existe una mínima posibilidad de que algo ocurra. Y cuando sea improbable, yo y millones de seres humanos más iremos un paso por delante y ya pensaremos en el quizás. Y por supuesto, cuando sea un quizás, yo y millones de seres humanos más, lo daremos todo por ganado y nos sentiremos satisfechos.
¿O no?
He dicho que nos gustan los imposibles pero ¿Y cuando ya hemos ganado? ¿Nos sentimos satisfechos? Quizás, o quizás no. Ahí es cuando realmente uno se dará cuenta de si está enamorado de verdad de la otra persona o simplemente era el atontamiento lo que nos hacía mirarla con ojos de deseo. Atontamiento o simplemente querer superar un reto, poder decir “he conseguido enamorar a esta persona, y con eso me basta, no quiero nada más”, una vez superado el reto, te aburrirás.
Aunque sería de muy mala persona querer saber si estás enamorado enamorando a la otra persona, porque si en realidad no lo estás, tu corazón, pase lo que pase, no sentirá nada, ni siquiera sentirá cómo se destruye en pedacitos el corazón de la otra persona.