Sombras sombras son, nadie se fija en ellas, pasan desapercibidas y perfectamente podríamos vivir en un mundo sin ellas pero ¿quién no ha pensado alguna vez en que una sombra le persigue? ¿en que una sombra se ha movido cuando su dueño no lo ha hecho? ¿o ha visto alguna vez una sombra y no hay ni un rayo de luz? Muchos podemos ser escépticos acerca de este tema, podemos pensar que son tonterías imaginadas por la mente de un niño, pero estoy seguro que mi amigo Miguel no pensará lo mismo después del suceso que le pasó hace exactamente cuatro años.
Por aquel entonces Miguel tenía once años, vivía en una casa grande ya que su familia era acomodada, por esa razón no quería nunca quedarse sólo en ella, sus padres siempre debían estar con él, hasta el día en que lo citaron en el salón para decirle una cosa:
-Haber Miguel, mañana por la noche tenemos que ir a la cena de empresa de tu padre.
-Yo también ¿no?
-De eso precisamente queríamos hablarte, ya tienes once años, camino de cumplir los doce, creemos que ya tienes suficiente edad para quedarte sólo aquí en casa.
-¡Qué! ¡Cómo! ¡No, yo no me quedo aquí sólo! ¿No puedo irme con la abuela?
-La abuela ya no está para esos trotes, debes aceptarlo, mañana te quedarás aquí.
-Pero…
-Pero nada. Yo te dejaré preparada la cena y a las doce a dormir.
Miguel, tuvo que resignarse, cuando sus padres decían que sí, era que sí, pero cuando sus padres decían no, era dos veces no.
A las nueve de la noche, los padres de Miguel se marcharon hacia el restaurante, dejando a Miguel, como le habían anunciado, completamente sólo. Era la primera vez que se veía sólo en la inmensidad de su casa, entre aquellas paredes podía encontrarse con fantasmas, en aquellos oscuros rincones podría encontrarse con las clases más temidas de monstruos, entre aquella oscuridad podían hallarse sus peores pesadillas.
Se fue a la cocina y cogió el bocadillo de tortilla que le había preparado minutos antes su madre y se sentó en el sofá del salón dispuesto a ver cualquier cosa que echaran por la tele. De entre programas del corazón, programas aburridísimos y alguna película que otra decidió ver una película que había visto antes en el cine con sus padres, apagó la luz porque la televisión ya hacía bastante y se alargó en el sofá para estar más cómodo.
La película duraba unas dos horas pero a la media hora ya le pesaban los párpados, el sueño le reclamaba por todos los costados y no tardó en aceptar la invitación y adentrarse en ellos.
Pasado un tiempo que le habían parecido horas, notó como una mano le tocaba el hombro, se despertó de sopetón, atemorizado, había una figura delante de él que sólo podía ver tenuemente gracias a la luz del televisor.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó la figura.
Miguel respondió con un chillido.
La luz de la lámpara se encendió y pudo ver la figura, que reconocía desde hace años.
-¿Qué haces aquí?
-¡Papá! ¡Eres tú!
-¿Quién si no? ¡Anda! A la cama, que son las dos de la madrugada.
Miguel se sorprendió ¡habían pasado ya cinco horas desde que sus padres le habían dejado sólo, en ese momento se dio cuenta de que podía quedarse sólo en casa, que no pasaba nada, que estaba seguro.
Se fue hacia la cama, se puso el pijama y se dispuso a dormir de nuevo, apagó la luz y sólo un tenue halo de luz entraba por las rejillas de la persiana. Intentó dormirse de nuevo pero no pudo, se le había ido el sueño por completo y aunque lo intentaba no podía recuperarlo, intentó entretenerse hasta coger el sueño y el juego más interesante que se le ocurrió fue hacer figuritas con su sombra. Hizo el conejo, el elefante y varias figuritas más hasta que, de repente algo extraño ocurrió… uno de sus dedos en la sombra se había movido sin su consentimiento, se fijó durante un rato, no pasó nada, sin duda había sido su imaginación la que le había jugado una mala pasada, así y todo, dejó de jugar e intentó dormir un poco. No tardó en despertarse, al cabo de unos minutos, había intentado dormir un poco pero no sabía por qué no lo conseguía, no sabía qué hacer, no sabía cómo coger el sueño que en esos momentos necesitaba. Miró a la pared, a la oscura pared tenuemente iluminada por un pequeño rayo de luz que provenía de la ventana, alguien le acompañaba, allí estaba otra vez, para hacerle compañía, allí estaba otra vez su sombra así que se puso de nuevo a hacer tonterías con ella para que pasase el tiempo, para intentar cansarse. Rápidamente dejó de divertirle lo que hacía y pensó en intentar dormir de nuevo, cerró los ojos y mientras los cerraba acarició lentamente con los dedos a su alter ego, a aquello que vaga entre la oscuridad, sus dedos rozaron levemente los dedos de su sombra… de repente notó como le apretaban intensamente la mano, se la cogían, abrió los ojos, no se lo podía creer, desde la más infinita oscuridad su propia sombra le había cogido la mano, con una fuerza brutal, la oscura figura le había atrapado y por más resistencia que pusiera no podía evitar ser arrastrado lentamente hacia la pared, aquello parecía una de las horribles pesadillas que a veces había tenido pero en esta ocasión no era una pesadilla sino la cruda realidad, una realidad inimaginable pero real, aunque gritara parecía que nadie le escuchaba, parecía que estuviera sólo, que nadie iba a acudir en su ayuda, su cuerpo estaba ya prácticamente completamente atrapado por su propia sombra, en unos instantes se vería inmerso en la oscuridad, en las tinieblas que había en el mundo de las sombras.
Después de ocho meses de intensas búsquedas, los padres de Miguel desistieron y cortaron la búsqueda de su hijo, nadie sabe dónde desapareció, dónde puede estar y qué le pasó.
Hay días en que le echo mucho de menos, en que desearía que no se hubiera marchado, en que me siento sólo porque él no está. Nada es lo mismo sin él, no tengo amigos y lo necesito, necesito jugar con él, pensar que está conmigo, que no se ha ido, eso sí… cuando estoy con él soy el más feliz del mundo, jugamos todo el día y las horas se me pasan volando, por eso me lo llevé conmigo, por eso aquella noche en que el pobre no podía dormir aproveché para llevarlo a mi mundo, a un mundo de tinieblas, un mundo del que por más empeño que ponga, no podrá escapar y aquí permanecerá, junto a mí, en el reino de las sombras.