Cosas del destino

Salgo a la calle y miro como pasa la gente a mi alrededor, gente cogida de la mano, gente juntando los labios, gente mirándose a los ojos porque no necesitan palabras, gente pensando por las noches que tiene a su lado a alguien que le hace feliz…

Es entonces cuando me viene a la cabeza… ¿por qué no puedo ser yo uno de ellos? ¿de esa especie que es capaz de escuchar susurros que dicen «te quiero».

Y la respuesta me viene instantáneamente.

Porque yo soy de los que espero, espero y espero y me quedo esperando en el arroyo, viendo pasar y pasar a la gente.

Porque a veces hay que esperar en vez de buscar. Porque a veces es bueno pensar que hay demasiados peces en el mar.

Si existe de verdad algo llamado destino, llegará el momento en que tras tanto esperar, pasará alguien por delante que me hará disfrutar, soñar… Si existe de verdad algo llamado destino habrá alguien en el mar que, sin saberlo, me estará esperando a mí. Por mucho que intente pescar, por mucho que intente buscar, si hay algo llamado destino nada de eso valdrá para nada, porque sí, podré acariciar, podré besar, podré soñar… pero no lo estaré haciendo con la dueña de mi destino, que anda por ahí sin saberlo… Si existe de verdad algo llamado destino podré buscar, podré encontrar, pero no será ella… porque ella algún día aparecerá sin que yo la haya buscado.

Porque señoras, señores, si existe de verdad algo llamado destino, significará que el amor no se busca, no se encuentra, el amor aparece. Porque no habrá nada tan real como aquel amor que ha aparecido sin haberlo llamado, nada tan real como ese amor que te encuentras de golpe, nada tan real…

Todo eso si existe de verdad algo llamado destino…

Aunque quizá no existe…

Aunque yo prefiero pensar que sí y que… eso tan real ya ha aparecido.

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