Noches

Cuéntame cuántas noches soñamos con que llegara ese momento, el instante en que la otra persona apareciera de repente en nuestra cama y nos llenara de caricias, o que entrara por la ventana y nos mirara con una sonrisa justo antes de recorrer nuestro cuerpo a besos.

Dime cuánto tiempo nos hemos quedado en la cama mirando hacia arriba, hacia el vacío, con la única compañía que nuestros pensamientos y un viejo perro vagabundo que ladra por las calles. Pensamientos de ilusión y de nostalgia, de amores perdidos y que están por llegar, de sueños cumplidos y perdidos en el olvido, de la vida que un día planeamos y la que vivimos en realidad. Cuánto tiempo nos hemos quedado mirando el espacio vacío que hay en el otro lado de la cama, pensando lo felices que seríamos si la otra persona lo llenara.

Piensa en todos esos momentos envueltos en la soledad de la noche en que el insomnio se hace eterno y te das cuenta de que la otra persona, de una manera u otra, está contigo, no se va, no se va… es un fantasma, una simple alucinación, un espejismo de lo que querrías que hubiera… pero sigue estando ahí… Dice te quiero aunque no hayas escuchado nunca a su voz decirlo, sabes cómo besa aunque nunca hayas probado sus labios, te cuenta el futuro de la manera más perfecta que nadie podría inventar jamás, un futuro de dos.

Son noches eternas, noches de magia porque tienes a la otra persona a tu lado, amargas porque no la puedes tocar, es un mero reflejo, solo está su esencia en tus pensamientos. Te da la vida y te la quita, y no dejas de imaginar cómo serían las noches si en vez de un reflejo hubiera algo real. No habría pensamientos, simplemente eternidad. No habrían problemas, simplemente sonrisas, besos, caricias.

Noches de silencio donde cabrían susurros, noches de deseos que no se cumplen, noches…