No, no puedes decirme que no…
Sabes que los sientes, no lo puedes evitar, tus ojos se dirigen automáticamente a mí, tus labios se tuercen ligeramente cuando estás cerca de mí. No pasa nada, es absolutamente normal ¿por qué bajar la cabeza para que nuestras miradas no se crucen?
Yo también sé que lo siento, no lo puedo evitar, mis ojos se dirigen automáticamente hacia ti para seguirte, simplemente para observarte, para imaginarte algún día entre mis brazos, mis labios se tuercen ligeramente cuando estás a mi lado, no lo pueden evitar, lo hacen ellos solos solo de pensar que probablemente estaremos pensando lo mismo: «ojala…»
¿Por qué evitar estos momentos? ¿Por qué alargar el momento de fundir nuestras almas en una sola, abrazarnos toda la noche hasta que el amanecer descubra nuestros cuerpos desnudos?
Porque los dos sabemos que esas miradas… esas sonrisas… se cruzan, se muestran por si mismas, se hablan diciendo cosas tan bonitas que el habla humana no es capaz de transmitir.
Buf… esas miradas… esas sonrisas…