Llevo tiempo queriendo que nos miremos a los ojos, torzamos los labios creando una sonrisa que hable de amores probables y nuestros rostros se acerquen lentamente hasta fundirnos en roces y caricias. Llevo tiempo queriéndolo, necesitándolo, soñándolo… aunque claro… que yo lo quiera, lo necesite y lo sueñe no significa que vaya a pasar, y eso es lo que más me duele… que quizá pase y pase el tiempo y yo no llegue a mirarte a los ojos, a torcer mis labios ni a acercarme lentamente hasta fundirme contigo en roces y caricias.
El tiempo a veces es muy buen consejero. Te hace reflexionar, pensar, te ofrece su paciencia… pero a veces te juega malas pasadas, se te hace tan lento que parece que esté pasando una eternidad cuando en realidad no ha pasado ni media; y a veces es tan veloz que te hace pensar en cómo lo has perdido, en cómo se ha ido ese tiempo tan preciado que en este instante necesitarías.
Mi tiempo es veloz, mi tiempo tiene prisa, mi tiempo se acaba. Muchos pueden esperar pero algún día, mis deseos, aunque yo no lo quiera, no lo podrán hacer y se marcharán junto a mí a otro lugar, otro lugar en el que tú no estarás. ¿Por qué los que tienen más tiempo no lo quieren y los que lo quieren no lo tienen? ¿Por qué si no te acaricio ahora, si no te beso ahora, no lo podré hacer nunca más?
El tiempo son instantes. El tiempo es fugaz. El tiempo quizá sea un único tren, un tren que si no coges en un instante nunca más volverá a pasar. El tiempo cuenta tic, tac. Cada segundo que pasa nos aleja más… ¡Maldito tiempo! ¡Maldito sea el tiempo que nos quiere separar! ¡Maldito sea el tiempo que no quiere que te llegue a mirar, a sonreír y acariciar! ¡Maldito sea el tiempo que parece que no quiere verme feliz! Tic, tac, tic, tac… el tiempo pasa y pasa…