Amanecer

Oscuridad. Miradas cabizbajas que no levantan cabeza por miedo a que lo que miren no les guste, sonrisas de mentira que intentan darle a la vida un color que no tiene, palabras que quieren quitarle importancia a las cosas, el tiempo que pasa y el sentimiento de que nada va bien, que todos los planes que tenías se han ido, se van al traste, el pensar… ¡joder! No pido tanto, simplemente una tenue sonrisa…

Entonces el amanecer, apareces tú y todo cambia de repente, la oscuridad se tiñe de otro color, de rojo, amarillo quizás, claridad de un Sol que resplandece el cielo y todas las cosas que giran alrededor. Miradas que se visten de ilusión, sonrisas risueñas que no pueden evitar aparecer cuando escuchan tu nombre, palabras que hablan de querer y de un beso en los labios, el sentimiento de que, quizá, la vida ha dado un giro de 360 grados y que tú eres la causante.

Y la imaginación empieza a rodar, siempre en esas noches de insomnio en las que no puedes hacer otra cosa que mirar por la ventana hacia esa Luna consejera, hablas con ella y te muestra dos miradas que se miran tímidas, que tienen un poco de miedo de chocar, pero lo hacen, y se gustan, se desean, se quieren, luego se miran los labios de manera fugaz y éstos se rozan apenas, un instante, simplemente para probarse, el sabor es dulce, les gusta, lo hacen otra vez, ahora más tiempo, dos segundos, quizá tres, se miran de nuevo y sonríen… Imágenes de ti y de mí, de cómo dos personas pueden ser felices con nada, simplemente estando juntas.

Miro al vacío y sonrío. Te quiero… Dos palabras que significan tanto y tan poco, en este caso son el reflejo de lo que soy ahora, desde que el Sol empezó a salir, desde que la oscuridad del desierto se alejó del camino.

 

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